Cada vez son más los médicos gallegos que aconsejan a sus pacientes el tratamiento con aguas termales, que proporcionan salud y relax de una forma completamente natural, al alcance de todos.

La mayoría de expertos clasifican los efectos de las aguas termales en tres grupos: los físicos, los biológicos y los químicos. Eso sí, debemos tener en cuenta que actúan en conjunto, lo cual incrementa su efecto y su valor sanatorio.

Físicamente, las aguas termales actúan sobre nuestro cuerpo en función de la temperatura, aportando bienestar, oxigenación y ayudándonos a eliminar toxinas.

En el apartado biológico, está comprobado el efecto positivo de determinados microorganismos sobre la piel, mejorando su tersura, y contribuyendo a las labores de prevención y reparación de zonas dañadas, por minúsculas e imperceptibles que sean.

Los efectos químicos provienen de la composición del agua, cuyas substancias penetran en el cuerpo por ósmosis.

Todos estos factores propician que las aguas termales sirvan por ejemplo, para ayudar al crecimiento celular, actuar contra alergias, reumatismos y traumatismos, afecciones del aparato respiratorio y digestivo, problemas dermatológicos, circulatorios etc…

Es más, desde Balnearios de Galicia han afirmado que los tratamientos termales pueden ser más efectivos que los farmacológicos en muchos casos, evitando además efectos secundarios o contraindicaciones que puedan generar los compuestos químicos de los productos farmacéuticos.

Evidentemente existen algunas contraindicaciones con las aguas termales, como por ejemplo enfermos de cáncer, tuberculosis o úlceras gástricas entre otros. De todas formas es un equipo médico el que se encarga de supervisar cada caso, y al que hay que informar de cualquier circunstancia, incluyendo otros tratamientos con medicamentos, el embarazo…